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martes, 22 de diciembre de 2009

Evocación por el Día del Educador

Hoy 22 de diciembre, como es habitual, los manatienses se suman al homenaje de todo nuestro pueblo a los educadores. En cada una de las escuelas, no importa cuán alejadas estén, hay besos, postales, flores y lo más conmovedor para un maestro: la sonrisa de un niño.

Con cuánta nostalgia acuden a mis recuerdos las imágenes de mi primera maestra: Beba Yagüe, mujer alta, de hablar pausado, culta que gustaba del piano y a la que todos llamábamos señorita Beba. Ella sin llegar a ser madre por naturaleza fue ejemplo vivo de ternura y amor maternal, hizo suyos los hijos de otros y esos otros se sintieron agradecidos por esta elección.
Cómo no evocar la campanita de bronce que descansaba diariamente en su buró y que movía con una gracia única, para alertarnos que hiciéramos silencio; o aquellas donaciones coyunturales, a las que nunca se negó, de sus vestidos y faldas para que actuáramos en alguna obra de teatro.

Nunca alteró su voz ni siquiera para el regaño más fuerte, y una vez pasado el hecho el infractor recibía una amplia sonrisa y todo acababa ahí; inolvidable lección moral, que por ocurrir en edades tempranas marcarían nuestras acciones futuras.

A estas alturas a los forjadores de las nuevas generaciones no les llaman señoritas sino maestras; el Kinder es ahora preescolar pero lo que no ha cambiado desde Beba Yagüe hasta hoy es el espíritu de aquellos que escogen la profesión de maestros para abrir senderos, motivados por hacer de nosotros y de nuestros hijos, personas de bien. A esos seres extraordinarios que de una forma u otra modelaron nuestros sueños y aspiraciones… Muchas Felicidades!!!


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