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jueves, 22 de julio de 2010

Asalto al Moncada: donde la moral revolucionaria marcó la diferencia.

El asalto a los cuarteles Moncada de Santiago de Cuba y Carlos Manuel  de Céspedes de Bayamo, no fue obra de la casualidad, al decir de Fidel ellos decidieron atacar estos cuarteles cuando tuvieron la certeza de que nadie haría nada, de que no había lucha contra Batista y de que un montón de grupos existentes no estaban preparados ni organizados para llevar a cabo la lucha armada.


Los jóvenes que atacaron el Moncada, provenían fundamentalmente del ala izquierda de la juventud ortodoxa, mayoritariamente antibatistiana y con valores y principios revolucionarios arraigados desde la cuna, que le sirvieron para convertir el revés en victoria.

Para la acción disponían de un mínimo de armas; una escopeta belga, un fusil ligero semiautomático M-1 de Pedro Miret, un Sprinfield, una Thompson y fusiles calibre 22, con ellas se enfrentaron a los militares del Moncada que sí estaban bien pertrechados: Sprinfield  5 balas, Garands, y M-1, semiautomáticas, ametralladoras de mano Thompson, fusiles automáticos y ametralladoras trípode calibre 30.06 y calibre 50, morteros entre otras.

Además, el ejército de Cuba contaba con más de 17 000 efectivos, de los cuales 402 estaban en el Moncada y 38 en el Cuartel de Bayamo; sin embargo los hombres que integraban el movimiento y que llegaron al Moncada eran sólo 120 y 40 para el Cuartel de Bayamo.

Todos armados y vestidos con los uniformes del ejército de Batista, con los grados de sargento, lograron protagonizar el hecho histórico que marcó el inicio de la última etapa de lucha revolucionaria por alcanzar la verdadera independencia.

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